Los días fueron creados
para existir muy brevemente,
para
alternarse continuamente
en la prisión de lo temporal.
Los días no se repiten,
aunque simulen lo contrario,
apilados en el calendario,
disfrazados de convencional.
Y la culpa no es de los días,
sino que la tiene la gente
por
tildarlos de corrientes
y no vestirlos de especial.