Revueltas están en mi cabeza;
se chocan, se besan, no se
dejan alterar.
Son las piezas de la vida que me muero por armar.
Un par intentan y no pueden,
porque juntarse ellas no deben;
están hechas para otras,
pero insisten en tratar.
Y sin tan sólo lo supieran, dejarían de intentar.
Pero nadie les avisa,
y ese polvo en la repisa,
los
recuerdos, las sonrisas
y las piezas… para armar.
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